sábado, 21 de febrero de 2015

MOSQUETEROS CONTRA LA HYDRA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  29.06.12


Merkel es la única culpable de todos nuestros males, de nuestros parados, de los ajustes y recortes

EL tono que llegaba ayer del comienzo de la Cumbre de Bruselas era el peor en años. Bufidos, gruñidos, lamentos, gritos y reproches. No había al parecer nadie muy dispuesto a melodías más conciliadores. Unos han llegado a la cumbre acosados por sus cifras. Sobre todo, claro está Rajoy y Monti. Pero también en su disimulo Hollande, que sabe muy bien que ha llegado el momento de hacer casar algo su retórica con la realidad. Y no se antoja todo muy sencillo. Los acosados por sus cifras cotidianas llegan buscando alivio urgente. Clamando por él. Exigen ayuda y “aiuto” de inmediato porque según dicen no hay tiempo para nada más, dada la situación desesperada en que se hallan. Desde hace semanas advierten que si no se les hace caso y se les presta de inmediato la ayuda que demandan, se hundirá el euro, se acabará Europa y poco menos que se terminará el mundo. Y llegan a Bruselas después de haber dejado dicho en casa que acuden a exigir lo justo y necesario e imprescindible, que les está siendo cruelmente negado. Que se les niega por cálculo avieso y mezquindad. Ellos, aseguran, ya no pueden hacer más. Y su única tarea restante es demandar que los demás asuman como propias las deudas que ellos hicieron. Las demandas de mayor cesión de soberanía, de un control unificado bancario y fiscal y la responsabilidad común presupuestaria son cosas que no les parecen mal. Pero en estos momentos sólo distraen de la máxima urgencia que es salvarlos a ellos de la codicia y las operaciones aviesas del mercado. Los tres mosqueteros saben que uno de ellos, Hollande, pone trabas a los avances porque se niega a cesiones de soberanía a Bruselas. Pero hablar de esto sólo distrae de ejercer presión masiva sobre Alemania para quebrar la resistencia de su canciller. Para obligarla a hacer lo que no quiere Merkel, ni su electorado ni muchos otros países que se escudan en Alemania frente a las demandas de los tres sureños. No son paquetes para crecimiento u otras medidas negociables. Lo que quieren es aval general de una forma u otra para acceder de inmediato a dinero barato. Y aquí no parece haber distingos entre Rajoy, Monti, Hollande o San Krugman. Para presionar a Merkel ya valen todos los medios porque el fin, que es nada menos que la salvación, es sagrado. Así, esa señora se ha convertido ya en el personaje más odiado y vilipendiado del continente. En los medios de los países afectados por su «vesania prusiana» la dibujan como nazi y disfrazan de robot asesino, la ridiculizan por su forma de vestir o sus supuestos hábitos sexuales o gastronómicos. Todo está permitido ya contra esa mujer que, si quisiera, con un simple «Ja»(Si) en vez de un «Nein»(No), solucionaría ella solita todos los problemas europeos. Merkel es por tanto la única culpable ya de todos nuestros males, de nuestra deuda, de nuestros parados, de nuestras estrecheces, de los ajustes y recortes. Porque sólo persisten por la obstinación de esta alemana. Por su egoísmo, maldad y ansias de poder. Si lograran acogotar a Merkel y arrancarle un aval de Alemania a sus deudas, los tres mosqueteros volverían victoriosos a casa, agasajados por vencer a la hydra. Su deuda pasaría a tener unos intereses mucho más cómodos. Y todos respirarían más tranquilos. Y nuestras instituciones ya se podrían financiar. Y seríamos felices y olvidaríamos los odiosos recortes. Al fin y al cabo, es mejor que ahorren los alemanes. No va con nuestro carácter. Pero por los ruidos que llegan de Bruselas, se sospecha que la mala bruja no se deja.

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