ABC 26.05.12
Los Hermanos Musulmanes dan
como ganador a su candidato, Mohamed Morsi. Parece el más votado. Pero está
lejos aún de ganar estas elecciones presidenciales de Egipto, las primeras
auténticas habidas. Su rival no estaba aún claro la pasada noche. El favorito
es Ahmed Shafiq, último primer ministro de Mubarak. Puede serlo también, aunque
sería monumental sorpresa, Hamdin Sabahi, un nacionalista nasseriano, en todo
caso laico. En la segunda ronda se verá entonces qué puede más, la solidaridad
islamista que lleve al candidato de los Hermanos Musulmanes los votos
salafistas o la rivalidad a muerte entre ellos. Nadie apabulla. Por extrañas
piruetas y las fobias que despiertan los Hermanos Musulmanes, podría ganar al
final Shafiq, que fue presidente del último gobierno del viejo régimen. Es este
el candidato que haría dormir mucho más tranquilos a los militares. Lo que no
significa que Morsi, llegado a la presidencia, tenga que ser especialmente
combativo contra el poder militar. La realidad egipcia es muy terca y todo
posible presidente sabe que no puede gobernar contra el Ejército. Posibles
iluminados dispuestos a un pulso inmediato con los cuarteles se han quedado por
el camino. Lo que deja muy claro el resultado es que la que ha perdido ha sido
la plaza Tahrir. Quienes hicieron caer a Mubarak están ausentes y el poder se
lo disputan el islamismo y el reformismo del régimen pasado.
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