sábado, 21 de febrero de 2015

NI LOCO, NI CUERDO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  25.08.12


Anders Behring Breivik es un nazi de manual. No está loco, dictaminó la sentencia que le condena a 21 años de prisión. Se cree su propia historia fabricada, consistentemente ideologizada a lo largo de los años. Tampoco está cuerdo. Porque no puede estarlo alguien que mata a 77 personas, en su inmensa mayoría jóvenes y niños, de tiros a quemarropa, uno a uno. Ni lo está quien, como Breivik, ha disfrutado con narcisismo -que, con trastorno de la personalidad, sí lo atestigua la sentencia- del juicio tanto como disfrutó en su cacería asesina en la isla de Utoya, después del atentado con bomba en el barrio gubernamental de Oslo.

Hasta qué punto el fanatismo ideológico equivale a enloquecer puede ser interminable debate académico. Pero los jueces noruegos que han estudiado la evolución de este individuo hasta ser el monstruo que ahora se condena han decidido que fue responsable de sus actos. Es con seguridad la condena que más partidarios tenía en la sociedad noruega. Y también la preferida por el condenado que se mostró satisfecho por no haber sido declarado «loco».

Era ya lo único que le preocupaba. Le dio tiempo a decir que pedía «disculpas a los nacionalistas noruegos» por no haber matado a mas personas. Los magistrados le retiraron la palabra cuando comenzaba lo que intentaba ser una proclamación política. Breivik pasará en todo caso 21 años en prisión, el máximo en sentencia fija que establece la ley en Noruega. Pero su condena puede ser prolongada indefinidamente mientras sea considerado un peligro para la sociedad. Y aunque nada se puede predecir al respecto, es difícil imaginar a Breivik por las calles de Oslo en libertad. Como decían familiares de las víctimas, loco o cuerdo, lo importante es que jamás vuelva a poder hacer daño a nadie.

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