ABC 20.04.12
NO es una operación cualquiera. Los servicios de información
y protección de la constitución de Alemania habían ido recogiendo estupefactos
los datos sobre la inmensa campaña de propaganda que se preparaba. Aunque
también podría calificarse de monumental acción intimidatoria. U ofensiva total
del fanatismo. Sin problemas de medios y dinero. Y para unas fuerzas muy
organizadas y declaradas enemigas del orden constitucional alemán y la
convivencia democrática. ¿Detalles de la operación? Nada menos que 25 millones
de ejemplares del Corán, a repartir en cuestión de semanas en todas las
ciudades de Alemania, Austria y la Suiza germanoparlante. Los primeros 300.000
habían sido distribuidos en estas pasadas semanas. Durante la acción de
distribución del pasado sábado en zonas peatonales en diversas ciudades se
produjeron algunos incidentes. El problema no está obviamente en el libro
sagrado de los musulmanes que se puede comprar en cualquier librería, se
distribuye en las miles de mezquitas en toda Alemania y está presente en toda
casa musulmana. El problema está en que esta inmensa operación y la
demostración de fuerza la hace una organización salafista dirigida por uno de
los más notorios predicadores del odio que es Ibrahim Abu Nugie. Este imán
fanático condena públicamente a todos los cristianos y judíos como perros que
acabarán en el infierno. Pero más peligroso es aun su constante ataque contra
todo el islamismo moderado o medianamente integrado en Alemania al que
considera traidor y herético. Al parecer, la Oficina de Protección de la
Constitución tiene fichados a más de cuatro mil jóvenes salafistas en grado de
fanatismo que los convierte en un peligro directo a la seguridad. Recordemos
que era un salafista fanatizado por uno de estos predicadores el joven Mohammed
Merah que mató a siete personas en Burdeos hace unas semanas. La falta de una
política decidida de los países europeos contra estos predicadores del odio
religioso se ha revelado como una bomba de relojería para nuestra seguridad. Y
ahora resulta que una organización que aboga directamente por la violencia
contra las mujeres, contra otras religiones y contra los moderados de la propia
tiene la fuerza y organización para publicar y distribuir 25 millones de libros
entre la población. La presión que estos fanáticos pueden ejercer en esta
operación sobre los musulmanes moderados es una de las principales
preocupaciones. La agresividad de estos grupos no tiene límite. Y ellos
justifican las acciones terroristas cometidas por el islamismo fanático contra
occidentales en todo el mundo. Así las cosas, para este jueves estaba convocada
la Conferencia del Islam (DIK), una reunión anual instaurada por el Gobierno en
2006 para el dialogo de las autoridades con las comunidades islámicas. En
Alemania viven unos 4 millones de musulmanes, la mitad con la nacionalidad
alemana. Gran ocasión para que los políticos del Gobierno anunciaran una
ofensiva contra estos grupos. Y que exigieran para ello la ayuda de los grupos
moderados. La mejor ocasión para coordinar una política activa común contra el
antisemitismo agresivo y el culto a la violencia del islamismo radical, cuya
máxima expresión son los salafistas. Pues nada de eso. Se acabó hablando de
islamofobia, de repente fenómeno más peligroso que las acciones de estos
apologetas del terrorismo islamista. Los musulmanes «moderados» volvieron a
convencer a todos de que sus radicales son eso, radicales, pero que sus
acciones en la distribución de los coranes no supone peligro alguno. El
ministro del Interior, el democristiano bávaro (CSU) Friedrich, se tragó sus
mensajes de firmeza y los informes de sus servicios secretos y no habló más que
de conciliación y armonía entre religiones. Señores, falsa alarma, no pasa
nada. Está claro que lo que nos pase nos lo merecemos.
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