ABC 21.08.10
Ya se han ido las tropas de combate norteamericanas de Irak.
Su partida genera indudable alivio en Estados Unidos donde esperan que acabe
pronto el hasta ahora incesante goteo de repatriaciones de víctimas. En Irak
sin embargo son muchos los que temen que nos hallemos en vísperas de una
intensificación del terrorismo de Al Qaida o una escalada de la violencia
sectaria que se ha mantenido en niveles «aceptables» desde el terrible periodo
de enfrentamientos de 2006 y 2007. Quedan 50.000 soldados norteamericanos en
Irak que prestarán apoyo y formación a las autoridades iraquíes hasta el 31 de
diciembre del 2011. Esto es lo que hay. Lo que tiene gracia es que el
presidente Barack Obama reciba ahora aplausos por cumplir un calendario de
retirada elaborado en su día por George W. Bush.
Como lo tiene también el hecho de que gran parte de las
tropas serán sustituidas por un «ejército» de civiles que dependerán del
Departamento de Estado y se nutrirán —paradojas de la vida— de esas empresas
privadas de seguridad tan denostadas por los adversarios de Bush como símbolos
de la perversión de la administración norteamericana. Halliburton —con otro
nombre— y otras muchas trabajarán ahora a sueldo de Hillary Clinton para evitar
que se convierta en desastre esta retirada de tropas con la que Obama quiere
ante todo mejorar las encuestas ante las elecciones parciales de noviembre.
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