Desde El Cairo
ABC 07.02.11
Todos son conscientes de que el régimen sólo hará las
concesiones a las que se vea obligado
La
primera hazaña de los manifestantes que desde el día 28 de enero ponen en jaque
al régimen de Mubarak se consiguió en la calle y fue la conquista de la palabra
y la derrota del miedo, la principal arma de toda dictadura. Pero ayer, ya en
unas negociaciones sin precedentes entre líderes de la oposición, incluidos los
Hermanos Musulmanes, y el vicepresidente Omar Suleiman, se consiguieron algunas
conquistas históricas. La principal, el anuncio de la abolición de la ley de
emergencia, máximo instrumento jurídico para perseguir toda crítica y
oposición.
En la
Plaza de Tahrir, todas las conquistas se recibían con agrado pero el gran
alborozo y el final de las protestas, insisten, sólo se dará cuando sepan que
Mubarak forma parte del pasado. Persiste el obstáculo en que se ha convertido
el presidente. Y ayer el vicepresidente negó estar dispuesto a asumir la
sucesión. Pero sí se reforzaban las voces de quienes consideran posible alguna
fórmula que no pase por una huida humillante del presidente. Los Hermanos Musulmanes,
que habían dicho que no negociarían sin la salida de Mubarak, sí lo hicieron
ayer. Todos consideran que sin la presión de la calle las conquistas de ayer
jamás se habrían producido ni se producirán otras. Todos creen que el régimen
intentará perpetuarse y sólo hará las concesiones que se vea obligado a hacer.
Pero todos son también conscientes de que el régimen es capaz de volver a
recurrir a la fuerza.
Mientras,
ayer la ciudad de El Cairo vivía una jornada de clara normalización. Los
inmensos atascos en la ciudad y las radiales revelaban no sólo que por fin se
había reestablecido el suministro de gasolina, sino que la mayoría de los
egipcios sentían ya la suficiente seguridad como para afrontar sus labores
cotidianas. Así, se agudizaba el fuerte contraste entre esa normalidad en la
mayor parte de la ciudad y la plaza de Tahrir, donde se mantienen los
manifestantes. A a los que ayer se unieron decenas de miles de ciudadanos para
reforzar la demanda de la dimisión de Mubarak. Cargados con bolsas, miles de
cairotas acudían desde primera mañana a la plaza para llevar víveres y mantas a
unos manifestantes que han de pasar ahora noches mucho más frías y húmedas.
La
reunión de ayer fue asimismo extraordinaria porque supuso el primer contacto
directo y oficial del poder con los Hermanos Musulmanes, ilegalizados en 1954
por el régimen de los oficiales libres bajo Muhammad Naguib y el que dos años
después se convertiría en presidente Gamal Abdel Nasser.
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