sábado, 14 de febrero de 2015

¡QUE VÍCTIMAS TAN MOLESTAS!

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 16.09.11


Las víctimas, en plena visibilidad y presencia, han de ser el referente moral que ayude a esta sociedad a no perder la dignidad

Los Príncipes de Asturias inauguraron ayer en París el VII Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo. Participan en él 300 víctimas y familiares procedentes de 35 países. Y representan simbólicamente a la incalculable cifra de seres humanos que murieron o vieron su vida destruida parcial o totalmente sin otro motivo que el deseo de matar de otros. Por supuesto, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero no estuvo presente. No ha considerado oportuno acudir a ni uno sólo de los siete congresos que ya se vienen celebrando en diversas partes del mundo. Y eso a pesar de que nuestro país es en el mundo occidental el más azotado por esta plaga. Y miles de sus ciudadanos malviven con secuelas físicas o psíquicas por acciones terroristas. Este año, Zapatero se ha superado en su desprecio a las víctimas del terrorismo y ni siquiera ha contestado a la invitación que, como los años precedentes, se le envió a La Moncloa. Recordarán aquella terrorífica anécdota cuando, en una de esas escasas recepciones con las víctimas que a mala gana ha atendido el presidente, éste les dijo con desenfado a Irene Villa y a su madre que él las entendía bien porque a su abuelo también lo habían fusilado. No me extenderé en expresar mi opinión sobre esta respuesta que tanto define al hombre. Pero quede claro, por el presidente del Gobierno no siento ningún respeto, insisto en ello y no lamento decirlo ahora que tantos le expresan el suyo, creo que de forma un tanto exagerada. Y si se lo perdí, el respeto, a este presidente del Gobierno, fue porque comprobé muy pronto que él no respeta nada ni a nadie. Y a quienes con más claridad y procacidad ha demostrado esa falta de respeto ha sido precisamente a las víctimas. Su ausencia en París no es sino la muy esperada enésima afrenta a quienes ha considerado unos muy molestos obstáculos para la propagación de sus mentiras y de su realidad inventada. Enseguida identificó a las víctimas como parte de la oposición a su programa. Sus medios se lanzaron a difamarlas como activistas de la derecha o tontos manipulados. Las infamias alcanzaron cotas desconocidas y los diarios del zapaterismo se dedicaban a buscar banderas anticonstitucionales en las manifestaciones de las víctimas, para tacharlas de fascistas y enemigos de esa paz que el hombre del talante nos iba a traer. Las víctimas conocieron antes que nadie la auténtica catadura del personaje. Cuando la inmensa mayoría de esta sociedad seguía viendo en Zapatero un hombre de finos sentimientos, tenían desenmascarado al frío calculador que buscaba una alianza con todas las fuerzas no nacionales, desde los nacionalistas de salón y cubiertos de plata a los terroristas de pistola y capucha. Para intentar que la alternancia política fuera cosa del pasado. Vieron antes que nadie que la negociación para el desarme era colaboración política con sus verdugos. Pero además percibieron la incapacidad total de este personaje de la mínima empatía con sentimientos y sufrimientos de los demás. Ahora que ha dicho que su ideal es “una hamaca” y “supervisar las nubes” ha sorprendido a algunos su falta de sensibilidad y empatía. Cuando se va dejando a millones en la miseria y la zozobra. Las víctimas la han sufrido ocho implacables años, agravio añadido al sufrimiento por su condición. Ahora socialistas y nacionalistas intentan mezclar víctimas del terrorismo con damnificados de todo tipo, en su esfuerzo permanente por cerrar página y pretender una normalidad mentirosa. Las víctimas, en plena visibilidad y presencia, han de ser el referente moral que una vez más ayude a esta sociedad a no perder la dignidad.

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