Por HERMANN TERTSCH
ABC 11.08.12
Da igual que los soldados del presidente Assad, cada vez mas
solos y acosados, ganen una batalla en Alepo. Ganan porque ellos aún tienen una
sólida superioridad en armamento. Siguen recibiendo suministros de Rusia e
Irán. Y su adversario aún no tiene los cauces necesarios para recibir el tipo
de armamento que necesita para una batalla como la de Alepo. Pero en nada
cambia la situación del presidente que ya no puede garantizar seguridad a
nadie. Su régimen nunca volverá a controlar todo el país.
Y se encastille o no en su región leal con su secta alauí
para defenderse allí como un señor de la guerra más, el poder incontestado y
total que heredó de su padre lo ha perdido ya. Irrevocablemente. Pero caiga
Assad o resista desesperadamente, lo claro es que no habrá un poder único e
incontestado en Siria. El fraccionamiento de fuerzas e intereses es tal que la
libanización se antoja inevitable. Tanto como la impotencia de la UE para jugar
un papel. También ha sido una desgracia para el pueblo sirio que su tragedia se
iniciara cuando Obama ya estaba centrado en una elección que quería exenta de
conflicto exterior. Occidente, que en Libia logró ejercer un poder benévolo,
está hoy prácticamente marginado de una mesa en la que se dirimen muchos
litigios e intereses a largo plazo.
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