viernes, 20 de febrero de 2015

¡TECNÓCRATAS, LA COMUNICACIÓN!

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  03.04.12


RESULTA conmovedor ver como se preocupa por nuestra soberanía Cayo Lara, ese hombre que reivindica con orgullo la larga tradición de su partido, el que engalanaba la puerta de Alcalá con retratos de un jefe de Estado extranjero de muy malos hábitos que mandaba por entonces en España sobre la vida y la muerte de los españoles. Se llamaba don José Stalin. Pero aquello era el abrazo de un hermano. Lo que es intolerable es lo de ahora. ¡Qué terrible humillación para nuestro orgullo soberano! Que venga Volker Klauder, el presidente del grupo parlamentario de la CDU a interesarse por nuestra economía que, dicho sea de paso, también es la suya. Ha venido a ver si ahora de verdad vamos en serio. A estudiar presupuestos y planes del Gobierno. Para disipar todas las dudas. Para restablecer la calma en los mercados. Porque la última golfada de Zapatero, que le estalló entre las manos a Rajoy, había hecho resurgir las dudas en los mercados y en Bruselas. España había hablado del 6% y venía ahora con más un 8,5%. España es España, la gobiernen unos u otros. Y de repente España volvía a ser Grecia y el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, le agarraba el pescuezo al ministro Luis De Guindos. Sólo pareció una broma a los no avisados. Porque allí indignó ese baile de cifras al que aquí casi no se dio importancia. Hasta los socialistas le echaron en cara a Rajoy haberse creído ese 6% en que insistió su Gobierno Zapatero. Klauder se irá convencido de que Rajoy y su Gobierno van en serio. Y tranquilo al ver que la huelga de Toxo y Méndez no tendrá efecto reseñable. Pero se habrá ido preocupado por la falta de músculo político del partido del Gobierno. Porque dan ganas de recordarle a Rajoy que no es un tecnócrata y que no preside un Gobierno encargado de aplicar unas medidas, cosechar todas las iras y disolverse. Y no porque no esté cumpliendo con sus imprescindibles e inaplazables reformas, que lo está. Sino porque renuncia a contextualizar las reformas, los cambios y los  sacrificios. Y hace dejación de su obligación de transmitir un discurso a la sociedad, de tenerla informada sobre sus intenciones pero también con la necesaria tensión de ilusiones, objetivos y retos. Los ciudadanos españoles vivirán en los próximos años, después de la ruinosa y desesperante experiencia de este larguísimo septenio negro, la experiencia más radical y definitoria de esta sociedad en muchas generaciones. Será difícil y muchas veces angustiosa para millones. Eso es irremediable. Pero no es inevitable que la sociedad vaya de una subida de precios a otra, de una medida de recorte a otra, tambaleándose, sin un relato colectivo de lo que sucede, sus causas, sus objetivos y sus fases. El mensaje transformador parejo es imprescindible porque hace falta un cambio profundo de actitud en muchos, pero de hábitos y cultura en casi todos. Hace falta un mensaje de ánimo contra el miedo. Pero para eso hace falta que el Gobierno no lo tenga y se note y lo cuente. Que no se esconda y que derrote a los enemigos de las reformas también en la batalla de las ideas. Y no le puede ser difícil. Porque tiene razón. Pero esa dejación del Gobierno en su obligación de comunicar, deja a la sociedad inerme ante el mensaje de obstrucción y miedo de los enemigos del cambio. Éstos no podrán evitar que se produzcan las reformas porque no pueden condenar a España a la miseria sin futuro. Pero pueden hacer el camino más largo y doloroso. Lo han demostrado las elecciones andaluzas.  

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