jueves, 12 de febrero de 2015

TERRIBLES AUGURIOS

Por HERMANN TERTSCH
Desde El Cairo
ABC  04.02.11


El vicepresidente, Omar Suleiman, no pudo ser más amenazador. Su intervención hace temer que son escasas las posibilidades de una vuelta a la calma

Era sólo horas antes de que comenzara este viernes, día de la oración, que en todo Egipto amenaza con ser también el de la gran tragedia. Porque se ha cruzado ya claramente una línea roja que todos los egipcios de bien confiaban jamás se saltara. Todo el país verá amanecer con una sensación infinita de angustia, por muchas esperanzas que tenga depositadas en el mismo.

Si los temores eran ya generalizados, tenía que causar alarma la intervención en la televisión del nuevo vicepresidente, el general Omar Suleiman, ex jefe de los servicios secretos, hombre fuerte junto a Mubarak, interlocutor principal con los aliados y bestia negra del islamismo. Muchos dicen que habría sido el sustituto ideal de Mubarak para una transición ordenada para los próximos meses. Si se hubiera presentado una hoja de ruta creíble y abierto cauces de comunicación con la oposición, pero sobre todo si Mubarak hubiera accedido a retirarse en una fórmula parecida a la del general Augusto Pinochet, dentro de su país, en un retiro dorado en Sharm El Scheick junto al mar Rojo en la punta meridional de la península del Sinaí.

Después de lo sucedido estos días ya todas las especulaciones al respecto parecen un viejísimo sueño. Y Omar Suleiman lo demostró ayer con una intervención que augura para hoy y los próximos tiempos pocas posibilidades de un retorno a la calma. A no ser que ésta sea de los cementerios y precedida de una intervención policial y militar que sólo puede acabar en matanza. Suleiman es un hombre de mundo. Sabe muy bien cual es el efecto de sus palabras dentro y fuera del país. Y estuvo claro en esta víspera del nuevo desafío a Mubarak que la oposición llama ya el «día de la partida» o «de la fuga» en referencia a un presidente que quieren derrocado.

El vicepresidente no pudo estar más amenazador. Lanzó una advertencia al exterior para que «deje de inmiscuirse en los asuntos internos de Egipto». Exhortó a todos los manifestantes a despejar las calles de la ciudad y calificó a los que no lo hicieran por perseverar en su oposición a Mubarak como «agentes del exterior» y personas que tienen una agenda oculta para desestabilizar Egipto. Después arremetió contra la prensa extranjera que ya había sido acosada ferozmente durante todo el día y calificó de «enemigos» a los periodistas de televisiones de «países amigos». Puede que la referencia fuera a la televisión de Qatar Al Yasira, pero automáticamente han sido estigmatizados todos los periodistas extranjeros.

Agenda propia
Suleiman dejó claro que tiene su propia agenda, que hablará con la oposición pero en los términos que imponga el régimen y siempre que la calle haya sido despejada. No hay por tanto ni el mínimo gesto de tregua. El régimen parece decidido a retomar todo el poder en la calle antes de la mínima concesión. Augurios terribles para este día. Ya en noche profunda de la víspera, el número de víctimas de los enfrentamientos en El Cairo seguía aumentando, de forma sorprendentemente lenta dada la violencia y la ferocidad de la lucha entre partidarios del presidente Hosni Mubarak y sus adversarios.

Orquestada y desatada el miércoles, por mucho que lo nieguen los portavoces del régimen, por el aparato de la policía y del Partido Nacional Democrático del presidente, los manifestantes a favor del presidente, entre los que al principios en os barrios había mucha gente común y humilde, se convirtieron al llegar al campo de batalla en una horda que, con agresividad infinita, había llegado para limpiar la calle de miembros de una oposición que llevaba seis días manifestándose de forma absolutamente pacífica y el martes hasta festiva.

Concluía ayer la segunda jornada de vergüenza en la que se consumada el enfrentamiento civil. Por el centro de El Cairo se oían ráfagas y disparos aislados. Día terrible que concluía con la certeza de que el mañana sería peor.

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