Desde El Cairo
ABC 05.02.11
Es general la convicción de que Mubarak no aguantará mucho
más tiempo
Los que ganan Los
militares van a ganar esta partida. El Ejército de Mubarak y su hombre fuerte,
Omar Suleiman, serán árbitros del futuro
Humillación Nadie quiere asumir la responsabilidad de una humillación del jefe del Estado, que podría repercutir sobre la imagen de las Fuerzas Armadas
Humillación Nadie quiere asumir la responsabilidad de una humillación del jefe del Estado, que podría repercutir sobre la imagen de las Fuerzas Armadas
El pulso continúa. Nadie sabe cuándo será el día en que Hosni Mubarak se avenga
a dejar oficialmente la presidencia. Podría ser hoy, dicen unos. Podría ser en
días o semanas, según otros. Pero es general la convicción también en su
entorno de que es absolutamente irreal el proyecto del presidente de Mubarak de
agotar su mandato. Su solemne pero ya manida declaración de: «Yo o el caos» es
desde hace días un «yo y el caos» que cada vez tiene menos defensas incluso en
su núcleo duro. Dicen que es el orgullo de militar el que le ha impedido dejar
el cargo. Que no contempla la huida. Y que está decidido a morir en tierra
egipcia. Y sus compañeros de armas, en gran parte seguros de que ha de poner
fin a esta agonía, no le logran convencer con las fórmulas planteadas hasta
ahora para cesar con la dignidad que se le quiere conferir. Y nadie quiere
asumir la responsabilidad de una humillación del jefe del Estado y del Ejército
de los últimos treinta años que podría repercutir sobre la propia imagen de las
Fuerzas Armadas, garante del Estado y su columna vertebral. Y con el peso de
este papel mayor hoy que nunca cuando lo existente —el régimen de Mubarak y su
Partido Nacional Democrático— se disuelve y lo por venir, una democracia según
los más optimistas, no existe aún con una oposición carente de líderes de peso
y sin más cohesión que el deseo de acabar con el «mubarakismo».
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