ABC 30.08.11
Rubalcaba
y sectores del PSOE confraternizan con los grupos del 15-M a pesar de sus
actividades ilegales
INFORMACIONES no desmentidas nos
indican que la Policía española tiene orden
–al parecer por escrito– de tratar de forma muy distinta a los
participantes en manifestaciones ilegales dependiendo del carácter e intención
de las mismas. Los participantes en concentraciones no autorizadas por lo
general deben contar con ser identificados por la Policía y, en caso de
persistir en su actuación ilegal, con ser disueltos. No así nuestros mimados
manifestantes del movimiento llamado 15-M. Me niego a otorgarles ese
sobrenombre de «indignados», porque somos muchísimos los españoles que
estamos muy indignados y no quebrantamos las leyes. Y porque somos muchos los
que estamos hartos de que se maltrate y usurpe nuestra lengua y palabra.
Bastante hemos padecido durante semanas la necia utilización del término
«laico» en todas las televisiones y medios de prensa para definir a personajes
más o menos violentos, activistas antisistema, anticristianos y mucho
matoncillo de ultraizquierda. Laicos éramos todos en Madrid esos días de
agosto, menos el Papa y el clero. Pero volvamos a esos grupos que se han
apropiado de la marca 15-M, el nombre de lo que fue en sus primeras jornadas un
movimiento respetable de jóvenes insatisfechos y enfadados con la situación
ruinosa en que siete años de Gobierno socialista han dejado a España. Parece ya
claro que el Ministerio del Interior del señor Camacho otorga bula a estos
grupos de activistas para que violen las leyes, la primera la de manifestación
que exige la solicitud previa de autorización. Y que la Policía ha de pagar el
pato por los conflictos que inevitablemente se derivan del hecho de que unos
jóvenes más o menos violentos hayan tomado conciencia de su impunidad. La
Policía lleva meses aguantando las provocaciones. Obligada por sus superiores
políticos a la absoluta y permanente pasividad ante sus desmanes. Muchas veces dirigidos
contra los mismos agentes. Quien haya visto a estos grupos actuando no puede
sorprenderse de que los más «valientes» de estos personajes hayan llegado a
orinarles en las botas a los policías, sin que éstos pudieran hacer otra cosa
que retirar el pie. Porque ya saben ustedes que detener a estos chicos es un
problema. Y sabemos por el anterior ministro del Interior y candidato
socialista hoy, que la Policía no está para crear problemas. Instaurada a lo
largo de estos meses la impunidad general para estos grupos, no debe extrañar
que ellos hayan utilizado esta circunstancia insólita en un país democrático
civilizado para tomar la calle. De ahí la increíble situación de que, después
de haber mantenido secuestrados algunos puntos del centro de la ciudad, hoy
basta con que estén de humor para que corten sin previo aviso cualquier calle
principal, desde Recoletos a la Gran Vía. Igual que llegan se van y aquí no ha
pasado nada. Las detenciones parecen prohibidas.
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